«Ella es MI mujer novela»

«Ella es MI mujer novela»Año: 2022

Restricción: 16+

Género: Novela romántica

Sinopsis del libro «Ella es MI mujer novela»

Mansión
Amor forzadoPosesivo

Capítulo 1 Un encuentro vergonzoso
Cloe Toledo era una estudiante de la Universidad Costa Oeste. Por alguna razón, se ganaba la vida dirigiendo un negocio en línea de venta de juguetes sexuales. Respecto a la razón por la que dirigía dicho negocio, era porque obtenía enormes ganancias siempre y cuando fuera lo bastante persistente.
En ese momento, Cloe estaba entregando una orden que habían hecho en línea.
—Quinto piso del Grupo Duarte… —murmuró mientras miraba con curiosidad y su mente divagaba sobre el extraño entorno.
De repente, notó con sus brillantes ojos que las puertas del elevador cercano estaban a punto de cerrar y gritó sin importarle el aspecto que tendría:
—¡Esperen! —«¡El tiempo es dinero! ¡Tengo que apresurarme a ir a clase después de entregar la mercancía!». Pensó.
Fue tan rápida como un atleta que corriera los cien metros a toda velocidad, pero no pudo detenerse después de entrar en el ascensor. Por ende, trastabilló y se tropezó con sus propios pies de forma graciosa. «Estoy acabada». Gimió en su interior mientras cerraba sus ojos. «Maldición, ¿por qué siempre tengo tanta mala suerte?».
No obstante, no sintió el dolor que esperaba porque alguien de brazos largos y musculosos la sujetó. Ella olisqueó la placentera y cautivadora esencia de menta que el hombre desprendía, su calor la envolvió al instante, lo que la hacía sentir como si su corazón hubiera estado flotando por un rato y luego lo hubieran bajado.
Estaba intoxicada por ese extraño sentimiento y Cloe pensó: «¿Por qué su esencia es tan reconfortante y placentera? Siento como si estuviera navegando en un mar de hojas suaves y verdes de menta natural».
Justo en ese momento, un ruido la sacó de su ensoñación. Entonces sucedió una tragedia, la caja que estaba cargando se cayó al suelo, la cual desparramó toda clase de juguetes sexuales en el piso.
«¡M*erda! ¡Esto es tan vergonzoso…!». Cloe sintió que se sonrojaba hasta el cuello.
Sin embargo, en cuanto miró hacia arriba, se quedó aturdida por el hombre ante sus ojos.
De repente vio un rostro extraordinariamente apuesto, el cual no podía ser descrito con palabras. Sus facciones tenían rasgos de diversas razas y su rostro estaba tan bien definido que parecía el mejor trabajo de un gran artista. Las espectaculares cejas del hombre se curvearon hacia arriba y la intrigada mirada en sus ojos le dio un aire misterioso.
Cloe suspiró. Parecía un hombre elegante, noble y un poco frío, era la persona más guapa que había visto. «Parece que no aparta la mirada de mí, ¿cuál es el problema?».
Justo en ese momento, sus labios se separaron un poco y emitieron una elegante voz… Era tan melodiosa como una pieza de música de violonchelo. Habló con tranquilidad. «¡M*erda!». Cuando por fin salió del trance que le causó la voz del hombre, recordó que había juguetes sexuales desperdigados en el suelo. «¡En verdad quiero morir de vergüenza en esta ocasión! Por suerte solo estamos nosotros dos en el elevador».
La refinada mirada del hombre pasó del suelo a sus mejillas. La veía con elegancia, pero parecía distante, entonces abrió su boca.
—Ten cuidado. —Hizo presión con sus manos mientras lo decía.
Hasta ese momento, Cloe notó en dónde había puesto sus manos el hombre. «¡Oh por Dios! ¡Maldición!». Se soltó del hombre de inmediato y cruzó sus brazos sobre sus pechos antes de lanzarle una enojada y cautelosa mirada. «¡Es una bestia disfrazada de caballero! Claro, me ayudó ahora salvándome de una dolorosa caída, ¡pero eso no quiere decir que pueda propasarse conmigo! ¡Hum!».
Nunca había estado avergonzada del tiempo que le dedicaba a su negocio como ahora.
—Señor, si siente que no puede reprimir su lujuria, no me importaría venderle esto para que pueda resolverlo al instante —dijo con un resoplido antes de ponerse en cuclillas y recoger los artículos desperdigados uno por uno. A pesar de que agachó su cabeza, sentía que sus ojos estaban fijos en ella. El dejo de curiosidad y burla en sus oscuros ojos hacía que se sintiera incómoda.
No sabía si era por el espacio cerrado del elevador, pero la esencia de menta del hombre invadía todo el aire, haciendo que ella se sintiera como si su cuerpo ardiera. Además, sus mejillas se ponían cada vez más calientes. «¡Es la culpa de este maldito sujeto!».
Mientras más ansiosa se ponía, más aturdida se sentía. Se acuclilló en el suelo para recoger los artículos con premura mientras buscaba sin cesar el que le faltaba con una mirada llena de pánico en sus ojos, pero… «¡Maldición, el que me falta está detrás de las piernas de ese sujeto! ¿Cómo lo recogeré?».
Mientras agachaba su cabeza, irritada, el hombre se inclinó poco a poco, dobló sus delgados dedos y recogió el artículo por ella. El desconcertante dejo de burla desapareció y fue remplazado por una tranquila y amable calma mientras su grave voz sonaba con lentitud:
—No creo que quiera esto, es de poca calidad. —Parpadeó con sus hermosos ojos tras encontrarse con la mirada de Cloe, como si tuviera la intención de seducirla.
Ella era la clase de belleza que tenía rasgos delicados como los de una muñeca de porcelana. Su rostro estaba sonrojado y sus mejillas estaban hinchadas en ese momento, lo cual le daba su distintivo encanto. No obstante, la favorable impresión que le causó ese hombre, el cual era tan bien parecido que la había apantallado, se desvaneció en un instante.
Se esforzó por mantenerse calmada y tranquila, se puso de pie y le quitó de sus manos el juguete para masturbarse con una sonrisa.
—En ese caso, en realidad lo siento por mancillar sus nobles ojos con una cosa de tan poca calidad. Me disculpo.
El hombre no pudo evitar reírse por la disculpa que Cloe dijo por impulso. Su voz melodiosa y grave fluía como una corriente que iba directo a su corazón, lo cual la reconfortaba.
Cloe miró con curiosidad al hombre y se sorprendió de que su sonrisa cálida la desarmara por completo. «¡Oh por Dios! ¿Por qué tiene que existir un hombre tan guapo y con una sonrisa tan encantadora? ¡Sus ojos forman una figura parecida a un arco cuando lanza una sonrisa tan brillante, lo cual hace que parezca un chico inocente!».
En ese instante, se olvidó del indecoroso acto que cometió contra ella.
—¿Qué está mirando? —le preguntó antes de añadir en su interior. «Además, ¿por qué cuando ríes… Te ves tan guapo?».
Mauricio Duarte todavía sonreía, sus ojos brillaban como si hubiera estrellas en el interior de estos. Un hombre así, en efecto, era encantador. Se decía que las mujeres que amaban sonreír eran las más hermosas, pero algunos hombres lo eran todavía más al hacerlo.
—Solo creo que eres linda —respondió él.
«¿Está demente?»: Fue lo primero que pensó Cloe. «Esto es demasiado extraño; ¿hay alguien que halague a otra persona diciendo que es linda sin razón alguna la primera vez que se ven?». Mientras lo pensaba, un mal presentimiento pasó por su cabeza. «¿Este sujeto podría ser un lunático de verdad…?».
—Em… Lo siento Señor. Solo subiré al quinto piso. Lo siento por ofenderlo por accidente, entonces, podría… —«¡Por favor no te me acerques cuando tengas un ataque de locura!». Gritó en su interior.
Por otra parte, Mauricio pensó que la manera en la que Cloe murmuraba esto era muy adorable, sabía lo que estaba pensando porque su rostro la delataba. «Ya pasó mucho tiempo desde la última vez que nos vimos. Me da tristeza que no me reconozcas». Pensó.
Sin embargo, nunca esperó que la pequeña chica, quien tenía una actitud positiva en la vida a pesar de su triste expresión en sus ojos en aquel entonces, tuviera un lado tan adorable, lo hacía sentir como si hubiera encontrado un tesoro invaluable.
Cloe seguía temblando de miedo, entonces el elevador se detuvo con un sonoro, ¡ring! En cuanto la puerta se abrió, ella se abalanzó hacia afuera con la rapidez de un tornado y huyó sin mirar hacia atrás. Ella pensó: «¡Tch! Es una verdadera lástima que un hombre tan atractivo sea un lunático. ¡Hace que le duela el corazón a uno con tan solo pensarlo!».
Mientras tanto, la puerta del elevador se cerró, interrumpiendo la divertida y deleitada mirada del hombre. Entonces, subió con lentitud hasta el último piso antes de detenerse. Mientras la puerta se abría poco a poco, uno podía leer una señal que decía: «Solo el presidente puede usarlo».
Mauricio se rio. «Es probable que no se dé cuenta de que su impetuosidad hizo que entrara en mi elevador por accidente, el cual es solo para el uso del presidente de la compañía. Pasó tanto tiempo desde la última vez que nos vimos, ¡mi pequeña niña!».


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